Mil preguntas llegarán a nuestra mente y millones de respuestas florecerán como ramilletes.
La tradición oral, legado de nuestros antepasados nos da la oportunidad de reproducir lo que otros dicen: palabras más, palabras menos; principios que omiten nombres, finales que quedan incompletos; similitud de historia y tramas alteradas de personajes diversos, en ambientes tétricos.
Este mes recogeremos infinidad de muestras ornamentales, literarias y comerciales que ponen de manifiesto el folklore de nuestro pueblo. Entre todo ello el gusto por mezclar lo real con la fantasía, lo satírico y chistoso de la palabra para diseñar las tradicionales calaveras literarias.
En esta ocasión la propuesta es: "En mi escuela todos somos lectores y escritores", de ahí el poema. No hablamos de él como elemento en agonía sino de la lectura que literalmente así se escucharía en labios de pregoneros precoces, cuando los ancianos ya nos nutrieron las mentes con sus relatos para inmortales escritores anónimos.
.¡La agonía de la lectura!
Las horas muertas
De los años vividos
Dejan solo recuerdos
De palabras necias
A esos oídos sordos
Las letras de los libros
Han cambiado sus vientos.
Los muertos no engañan.
Así lo plasman autores
Entre nota y nota
Como buenos redactores.
Mitos y leyendas,
Brujas y fantasmas,
Recorren las hojas
De sus grandes obras.
No dejes su lectura,
Que en su travesía
Seguirás su historia.
La “Muerte” en poemas
Se hace muy presente
Y de tristeza embriaga
A los adolescentes.
Para un buen discurso
El terror nos mata
Solo que lectura
Entre las revistas,
Su hermano no ha muerto,
El "periodiquito"
Sigue muy despierto.
Ellos, ponen a la vista
A todo el que mata;
Mas con sus palabras
Defienden la causa.
Escucha al que lee
Si tu vista no alcanza;
Pero no te rindas
En esta cabalgata.
(Ma. Guadalupe Pinales Regis, nov. 2013)
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